Escuela Internacional de

Masaje Tradicional Tailandes

Zen Shiatsu y Reiki.

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Shantala

Shantala es el nombre de una joven mamá que masajeaba naturalmente a su hijo en las calles de Kerala, una población ubicada al sur de la India. Gracias a Frederick Leboyer, un médico que quedó impactado y maravillado frente a esta práctica y se dedicó a observarla detenida y respetuosamente, a partir de la divulgación de su libro y el descubrimiento de sus múltiples beneficios, llegó a occidente esta técnica hoy reconocida internacionalmente bajo este nombre.


Shantala es un arte antiguo, simple y profundo y es mucho más que un simple masaje. Es un encuentro entre dos seres que se comunican a través de la mirada, del contacto y a través de las manos de quien lo imparte (habitualmente es la mamá o el papá). El bebé recibe así alimento afectivo, ya que como dice Leboyer no sólo su panza necesita alimento, sino toda su piel, todo su ser está sediento de amor y de caricias.

Este masaje-caricia permite que la energía de la mamá y el bebé circulen, se intercambien y armonicen. El bebé así recupera aquellas primeras sensaciones que tenía dentro del vientre de su madre, ese movimiento que acariciaba su piel dándole paz y contención. Ahora, afuera de la panza, serán las manos de la madre las que le van a transmitir calor, seguridad, contención, ritmo, movimiento y energía. El masaje los ayudará a mantener la unión inicial. Teniendo en cuenta que éste es un momento de unión y comunión muy especial, es importante crear condiciones adecuadas para el encuentro. El lugar deberá ser confortable y ventilado, puede ser una habitación cálida o en días templados al aire libre. Es conveniente un espacio silencioso y tranquilo ya que el diálogo se dará a través de la mirada, el tacto y la energía.

El Shantala produce un clima especial en el ambiente, quien ha presenciado una sesión lo siente. El bebé se relaja y la madre también, el nivel de energía circulando es enorme. El encuentro entre las miradas, la sincronización de los ritmos mutuos, la sintonía que se produce entre los dos no deja de maravillar. Se vuelve fácticamente observable esa simbiosis, esa unión, esta unidad mamá-bebé, que tantos han descripto teóricamente. La sensación es que la mamá y el bebé forman un todo, por unos minutos son un todo.

Los beneficios de este tipo de masaje son múltiples y reconocidos ya en varios países. En Australia, por ejemplo, los médicos lo indican sistemáticamente a los bebés prematuros o poco vigorosos. Se ha comprobado que estimula el desarrollo pulmonar y mejora la circulación. Los bebés que han sido masajeados son menos propensos a sufrir infecciones ya que actúa favorablemente sobre el sistema inmunitario. Es recomendable muy especialmente en bebés adoptados ya que contribuye a afianzar el vínculo a través del contacto íntimo que se da y, en los niños ciegos, contribuye especialmente a construir el esquema corporal.

Lo observable es que posee un efecto sedante; los bebés están más relajados, más tranquilos y suelen dormir mejor. Teniendo en cuenta que cada serie de masajes se realiza en un centro energético diferente, lo que en yoga se denomina chakras, cada sector del cuerpo va a recibir un beneficio particular que se extiende al resto. El masaje abdominal, por ejemplo, facilita la digestión y mejora el estreñimiento y los tan molestos cólicos que padecen los bebés. Los masajes en los miembros contribuyen a expulsar tensiones, actúan sobre, las articulaciones y los ligamentos. Los ejercicios finales se conectan a las asanas ya que participan de la esencia del Hatha-Yoga.